Pasar por la vida como un animal,
recorriendo los caminos que una sociedad marca,
luchando por unos valores que han sido recibidos con resignación
y utilizando el corazón solo cuando la razón lo permite.
Pero ¿Por qué no vivir librándose de esa pesada losa, de todo y de todos, 
de cada obstáculo y cada handicap que se interpone en el camino.
En ese camino para llegar a la verdadera razón de nuestra existencia: La Felicidad

Madrid es de esas ciudades que gustan por la cantidad de servicios que ofrecen y de las que rechazas por la cantidad de gente, de tráfico y de contaminación. Pero la realidad es que pasear por sus calles con unos cascos puestos te aleja de todo ese bullicio y te hace observar como es en realidad, con sus edificios, su gente, sus historias,… con SU HISTORIA.

Gente contando calorías porque comen más de las necesarias, obsesionados con el peso, las tallas y las medidas. Rechazando alimentos y eligiendo otros más caros pero supuestamente más ligeros.
Gente contando calorías porque saben que si no llegan a un mínimo morirán, deseando adquirir elementos calóricos que les permitan vivir un día más. Comprando alimentos ligeros porque son los únicos que se pueden permitir.

No hay nada tan bonito como un anochecer, es el fin de un día pero el comienzo también de una noche, la transición fundamental para dar paso a lo nuevo. El momento de reflexión, de revisar si ha sido un día aprovechado o desperdiciado, si ha valido la pena despertarse o hubiera sido mejor seguir durmiendo. Es el momento para decidir que queremos cambiar y que cosas queremos que permanezcan.

¿Cuántas veces hemos mirado el reloj pero no hemos visto la hora? ¿Cuántas veces ha sido necesario volver a mirar porque no nos habíamos fijado? ¿Cuántas veces suceden cosas a nuestro alrededor que miramos como en un acto reflejo pero a las que no prestamos atención? El problema es que pocas veces volvemos la vista atrás para “Remirar” y fijarnos en su esencia, son muchas las ocasiones en que no vemos la “Hora” a pesar de tenerla tan cerca.

Paseando por una ciudad de calles grises, con pórticos desolados, aceras desgastadas, ventanas vacías y asfalto agrietado, caminando por un bosque de árboles marchitos, de animales yacentes y de nubes condensadas que no dejan ver el sol.  Playa sin olas, mares sin espuma, estrellas sin luz y caminos sin pisadas. Bombillas fundidas, miradas perdidas, copas rotas, destrucción.

Dos calles más allá la vida es rosa, la luz entra por cada rendija, los amaneceres llaman un nuevo día de esperanza, las risas inundan las caras de las personas, las calles rebosan vida en cada esquina, cada rincón tiene algo que contar. Palomas en pareja, plazas ocupadas de juegos, bancos repletos de verdades, arboles donde los pájaros anidan y pistas de baile llenas de compases.

Todo cuanto soy capaz de ver,

Todo cuanto hay a mi alrededor,

Todo cuanto mi cabeza es capaz de retener

Y todo cuanto yo soy capaz de concebir eres TÚ.